El Corpus Christi es sin duda una de las manifestaciones religiosas de mayor importancia y antigüedad en el Ecuador. Sus orígenes más remotos, según algunos autores, se encuentran en ancestrales celebraciones europeas de carácter pagano relacionadas con numerosos ritos que hacían alusión a la muerte del invierno y al renacimiento de la vegetación.
De acuerdo a la versión oficial de la Iglesia, el Corpus Christi tiene su inicio en un hecho milagroso, atribuido a la santa Juliana De Mont, quien habría tenido en el año 1208, una visión referente a la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. De allí que las autoridades eclesiásticas, vieron la necesidad de instituir una fiesta en la que se recuerde siempre a los fieles, este dogma fundamental del catolicismo. Más tarde, el Papa Urbano IV, por medio de la bula “Transiturus”, hace extensiva la celebración en homenaje al “Cuerpo de Cristo” a toda la Iglesia en 1264.
El Corpus Christi se trasladó a América en la conquista ibérica. En tiempos de la Colonia, la Corona española trató de imponer los ritos cristianos entre la población autóctona americana, lo cual dio como resultado un interesante sincretismo presente aún en nuestros días, en el que tradiciones indígenas se funden con la celebración católica.
Principales celebraciones en Ecuador
Cuenca
En el caso específico de Cuenca, se tiene conocimiento que esta fiesta se instauró ya desde el primer año de fundación de la ciudad, en 1557, como una de las principales celebraciones religiosas, a la que se le empezó a llamar “Fiesta de la Ciudad”.
El culto al Santísimo o Jesús Sacramentado, persiste aún en forma muy solemne a través de su exhibición en la Catedral de la Inmaculada Concepción y de una procesión en la que se lo traslada a las demás iglesias para la adoración de los fieles.
En Cuenca, la tradición popular es festejar por siete noches, los siete amaneceres en los que permanece la Sagrada Hostia en exhibición (de ahí el nombre “Septenario”).
Existe una interesante relación entre la celebración religiosa, que se la realiza en el templo, y la secular, que se la efectúa en la Plaza Central de la ciudad.
En los festejos populares del Septenario, por ejemplo, se da un colorido despliegue de pirotecnia por las noches, que incluye todo tipo de fuegos de artificio y cuyo centro, es siempre el castillo (estructura de carrizo y papel de seda con más de cuatro metros de altura) que simboliza la Custodia. El momento más esperado de la noche, es la quema del mismo, en la que a través de las luces que giran se puede ver una clara representación del Sol de la Eucaristía.
Otro componente esencial de esta festividad, son los famosos “dulces de corpus” que se expenden durante el Septenario en numerosos puestos alrededor del Parque Central (Abdón Calderón) . Esta tradición nació en tiempos de la Colonia, época en la que las religiosas de los conventos elaboraban deliciosas golosinas con recetas de origen español y árabe. Gracias a ellas, hoy en día tenía deliciosos bocadillos como arepas de maíz, los alfajores, quesadillas, cocadas, turrones, huevos de faltriquera, roscas enconfitadas, delicados, suspiros, monjitas, etc.
Pujilí
Quizá uno de los mejores ejemplos de las características sincréticas que el Corpus Christi ha adquirido en nuestro país, son las celebraciones de esta fiesta en Pujilí (Cotopaxi). Aquí, la tradición es celebrar la Octava de Corpus con solemnes actos religiosos, pero también, con coloridas costumbres con las que los habitantes expresan su fe.
Los festejos se organizan con varios meses de anticipación, periodo durante el cual el Alcalde, quien es el principal organizador, se encarga de conseguir los priostes que aportarán con capital para la celebración. La fiesta inicia la víspera del Corpus Christi con un gran despliegue de pirotecnia y música de banda de pueblo en el Parque Central. Aquí todos los participantes, bailan y beben los tradicionales canelazos alrededor de las “chamizas”.
El programa continúa en día sábado con una misa solemne, tras la cual se anuncia con bandas de pueblo, pingullos y tambores, el inicio del gran desfile en el que comparsas nacionales y extranjeras, recorren las calles de la ciudad.
En el mismos participan personajes como el alcalde, los danzantes, los priostes, los oficiales, los cargadores, los cantineros, los bodegueros, etc. Especial atención merece el danzante, el cual es el ícono representativo de esta fiesta y ha sido considerado como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad. El mismo, viste un traje multicolor lleno de encajes, bordados y monedas antiguas, llevando sobre sus hombros un penacho con enormes espejos e impregnaciones de pedrería y plumas, que simbolizan el poderío de las aves andinas.
La fiesta concluye al día siguiente (domingo) con la presentación de los danzantes en las calles y un gran baile en la plaza de la ciudad.
Píllaro
En la parroquia de San Andrés, perteneciente al cantón Píllaro de la provincia de Tungurahua, la fiesta del Corpus Christi se desarrolla de manera similar a la de Pujilí.
En las comunidades indígenas y campesinas de este sector, el danzante es el personaje más importante de la celebración. El nombre indígena del mismo es tushug (bailarín, sacerdote, propiciador o hacedor de la lluvia) y lleva una vestimenta muy colorida, conformada por una túnica, una tela-espejo totalmente cubierta de monedas grandes de plata antigua (que se lleva de la cintura para abajo), una superficie ovalada cubierta de piedras brillantes que se lleva en el pecho y un penacho que pesa más de 25 libras, pues está adornado con espejos, conchas, figuras religiosas, collares, mullos y monedas de colores.
Cabe señalar que el carácter sincrético de esta fiesta se manifiesta principalmente en la tradición de los danzantes, ya que en tiempos precolombinos, los mismos realizaban sus danzas rituales en honor al sol y las cosechas. En la actualidad, estos personajes además de participar en la fiesta del Corpus Christi, son también parte importante de la celebración del Inti Raymy.
#MeQuedoEnEcuador para ser parte de fascinantes celebraciones como la del Corpus Christi, fiesta que por sus características religiosas y costumbristas, se constituye en un verdadero tesoro patrimonial intangible de nuestro país.